19 de julio de 2024

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Semana a semana durante seis meses, María R., Sonia, Marta, Lucía y María S. han tenido la misión de acercarse a la cárcel, concretamente a Valdemoro, para desarrollar un taller de creación editorial con los internos que les permita contar con una revista propia en el centro, una publicación hecha por y para ellos. Herramientas básicas teóricas y prácticas para ponerla en marcha. Y lo han conseguido.

Además ha sido todo un cambio en su visión de la realidad penitenciaria. Han aprendido que la visión que nos dan las series como Vis a Vis u Orange Is the New Black sobre la cárcel no siempre está cerca de la realidad. Esta ha sido su experiencia en sus propias palabras:

Hace más de 6 meses nuestra universidad nos dio la posibilidad de realizar un voluntario con diferentes colectivos, algo que nos interesó a todas porque ya habíamos realizado otros antes. Desde el principio lo teníamos claro, queríamos que fuera destinado a internos de prisiones. Por un lado, a todas nos llamó la atención participar con este colectivo y, por otro, sería la primera vez que nos enfrentáramos a él.

Una vez tomada la decisión, nos pusimos en contacto con Alberto Alcalde y Álvaro Crespo, quienes nos han estado acompañando durante estos meses. Ambos querían saber cómo nos esperábamos que fuera estar dentro de los centros penitenciarios y todas coincidíamos en una percepción de series como Vis a Vis u Orange Is the New Black, obviamente, estábamos muy equivocadas.

De esto nos dimos cuenta el primer día, en el que empezamos nuestra fase preliminar del voluntariado. Acompañadas de diferentes grupos de voluntarios de Solidarios para el Desarrollo, a quienes les queremos agradecer que nos hayan recibido con los brazos abiertos, comenzamos nuestra andadura en el taller cultural del sábado por la mañana, con el fin de conocer las necesidades que podrían tener los internos y, a partir de ahí, crear nuestro proyecto, que siempre fue pensado para ellos. Todas nos ponemos de acuerdo cuando recordamos la cercanía y la gratitud de todos los internos a los que conocimos, tanto fue así que, cuando explicamos que estábamos haciendo con ellos, un interno de Valdemoro nos contestó: “Gracias por escucharnos”.

Después de esta fase, decidimos desarrollar nuestro proyecto en el CP Madrid III Valdemoro ya que, de las tres que visitamos, es la única que no tiene un periódico o revista propia. Durante todo este tiempo, nuestra misión se ha centrado en eso, en la preparación, desarrollo y ejecución de un taller de creación editorial, que tiene como último fin la publicación del primer número editorial del centro. Este taller lo repartimos en nueve sesiones, tanto teóricas como prácticas, con la finalidad de dotar a nuestros cinco “alumnos” de las herramientas y conocimientos periodísticos necesarios para poder desarrollar esta publicación a corto/largo plazo, si así ellos lo desean.

Nuestro taller tuvo muy buena acogida entre los internos. Quisimos que fuera un taller con un número pequeño de asistentes y, para nuestra sorpresa, tuvimos lista de espera. El primer día había alguno que no se acordaba por qué se había apuntado, a otro le había parecido muy interesante y otro nos comentó que no sabía hacía donde podía ir su vida y que había que estar preparado en todos los ámbitos. Por nuestra parte, los nervios estaban a flor de piel, después de semanas preparando el taller y los materiales, nos enfrentábamos a la realidad de nuestra experiencia.

Hoy, muchas semanas después, podemos decir que ha sido una experiencia gratificante para todas nosotras. Nos hemos conocido a nosotras mismas, nuestras capacidades y nuestros límites. Hemos aprendido a enseñar, a tener paciencia, a reírnos en situaciones que pensábamos que no haríamos, pero sobre todo, hemos aprendido que todos podemos cometer errores y no por ello dejamos de ser personas.

Con respecto a mi experiencia, creo que sí ha cambiado mi visión sobre las personas que están presas, ya que antes de hacer el voluntariado, mi perspectiva sobre las cárceles estaba influenciada por películas, series y noticias. Sin embargo, tras pasar tiempo en el centro penitenciario, mi percepción sobre los internos ha cambiado bastante. Personalmente, yo tuve la oportunidad de visitar los tres centros penitenciarios que nos ofreció la organización Solidarios para el Desarrollo: Soto del Real, Navalcarnero y finalmente, Valdemoro, y aunque me pareció super distinto cada uno ellos, pude sentir la cercanía y amabilidad de los internos hacia nosotras en todos los centros. Además, en los tres, cada vez que terminábamos las sesiones, agradecían mucho el tiempo dedicado, algo que yo, cuando comencé, no pensaba que para ellos fuera tan importante. Sobre todo, este voluntariado me ha enseñado a no juzgar precipitadamente y a que la empatía y la compasión son fundamentales para entender a los demás y a nosotros mismos.

Acerca de si podría pasarme a mí, considero que cualquiera podría encontrarse en su situación, ya que las personas podemos terminar en prisión por una variedad de razones, aunque algunos de los motivos sean más graves que otros. Por otra parte, creo que todos merecemos segundas oportunidades y tiempo para mejorar y aunque nunca he estado en su situación, soy consciente de que nuestras acciones pueden tener consecuencias duraderas.

Sonia

Tras mi experiencia en los centros penitenciarios, mi visión sobre estas personas ha cambiado de forma increíble. Hace unos meses tenía una postura radical sobre las prisiones y los internos que se podría resumir en: “No se merecen nada”. Tenía la mente cerrada en que estaban ahí por algo y que se lo merecían, que debían de estar fuera de la sociedad y no volver a la misma. Sin embargo, hoy en día pienso todo lo contrario y eso es lo que me llevo de toda esta experiencia. Gracias a haberme acercado a ellos y conocer a los cinco internos más de cerca, he podido darme cuenta de que llevaba mucho tiempo equivocada. Los cinco internos a los que he conocido durante este tiempo me han cambiado la forma de ver a las personas que me rodean, no solo a los internos. Me ha hecho comprender que las personas podemos cometer errores en la vida y no por ello dejamos de ser eso, personas.

Si me pongo a pensar si yo me puedo ver en la misma situación, se sorprendería mi yo del pasado al decir que sí. Creo que todas las personas podemos cometer un error en la vida y creo que, ante situaciones desesperadas en las que, por ejemplo, puedas necesitar solvencia económica, hagas cosas que nunca pensabas que hicieras y puedas terminar en esa situación. Gracias a esta experiencia he podido cambiar mi percepción al completo, algo que se podría resumir de forma tan sencilla que pase de pensar que los internos “no se merecía nada”, a pensar que quizás me podría pasar a mí.

María Rodríguez

Mi perspectiva sobre este tipo de situaciones ha experimentado un cambio significativo. Antes, posiblemente influenciada por la representación en películas y medios de comunicación, solía tener una visión más simplista y estereotipada de las personas presas. Sin embargo, ahora reconozco la importancia de evitar esos prejuicios y entender que detrás de cada individuo hay una historia compleja, y que, ante todo, son seres humanos con emociones y dignidad. Creer en las segundas oportunidades se ha vuelto una premisa fundamental en mi forma de pensar. En cuanto a la posibilidad de encontrarme en una situación similar, soy consciente de que nadie está exento de cometer errores y de que nuestras acciones pueden tener consecuencias.

Marta

 

Si algo tengo claro a escasas semanas de terminar el taller es que mi percepción de los internos es totalmente diferente y que cualquiera podría acabar en una prisión. Mi percepción hacia los internos cambió el primer día cuando tuve la oportunidad de acudir al centro penitenciario de Navalcarnero y pude hablar con varios internos que participaban en la actividad programada y me empezaron a contar sus testimonios. Uno de ellos, me decía que después de su paso por la prisión se había replanteado por primera vez estudiar la carrera de psicología y que se estaba preparando los exámenes de acceso a la universidad para poderse presentar este año. Otro de ellos, me contaba que dentro del centro eres tú quien decidías si quieres reinsertarte o no, y que tenías dos opciones estar en el patio viendo como pasaba la vida y el centro te “comía” o te apuntabas a actividades como en la que habíamos estado y aprovechabas tu paso por la prisión para hacer cosas de provecho, tener la mente distraída y estar alejado de las posibles malas influencias que podía haber.

Durante las entradas a Valdemoro coincidíamos con los familiares que visitaban a los internos y si observabas un poco, te percatabas de que el cometer errores legales no entendía ni de creencias religiosas, ni de poder adquisitivo ni a raza o etnia, y que cualquiera de nosotros en cualquier situación podríamos estar porque, al fin y al cabo, hay numerosos delitos, más o menos graves, que pueden hacer que termines preso. Por lo que, después de esta experiencia, valoro y le doy más importancia a organizaciones o empresas que realizan actividades voluntarias dentro de los centros penitenciarios, ya que humanizan y dan coherencia a ese periodo de tu vida en el que estas interno.

Lucía

 Tras esta experiencia mi visión sí que ha cambiado. Antes de involucrarme en este proyecto, mi percepción estaba un poco condicionada por los estereotipos que a menudo se presentan en los medios de comunicación. Sin embargo, trabajar directamente con los internos me permitió ver más allá de esos estereotipos. He descubierto que tienen un gran deseo de aprender y mejorar sus vidas, a pesar de las circunstancias que los rodean. Trabajar con ellos ha sido una experiencia profundamente enriquecedora. He tenido la gran suerte de enseñarles, pero también de aprender de ellos.

Es fundamental recordar que nadie está libre de cometer errores o verse envuelto en circunstancias que podrían conducirlo a una situación de privación de libertad. Si que es cierto que mi experiencia como voluntaria me ha dado una perspectiva más cercana a la realidad que se vive tras las ‘rejas’ y también me ha hecho ser más consciente de lo que nunca querría experimentar.

Cada vez que volvía a casa después de los talleres, sentía una especie de sensación de contraste. Por un lado, me sentía agradecida por la libertad que tengo, y por otro lado, me entristecía al pensar que las personas con las que había compartido esas dos horas se quedaban allí, privadas de la misma.

 María Soler

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